• © Pepa de Rivera
  • Tan lenta como sea posible
  • © Manuel Bayo
  • viernes, 5 de junio de 2015
  • 22:02
  • Antofagasta
  • Final de la obra: 305.428 pasos ininterrumpidos (estimación bastante precisa); 4 días, 5 horas y 38 minutos; 244 kilómetros. En todo este tiempo no he bebido, ni tampoco comido (o no soy consciente de ello; o no he querido serlo, para evitar distracciones). Desde Punta de La Plata, por el paso Vicuña Mackenna, hasta rozar con los pies la laguna de Miñiques, la obra ha ido ejecutándose "tan lenta como sea posible", decisión que ha resultado fundamental para su correcto desarrollo, inspirada en la obra de Cage que continúa interpretándose en el órgano de no sé qué iglesia alemana. Tan lenta como sea posible… Eso es, después de mucho pensarlo, el ritmo de un andar tranquilo (25 minutos el kilómetro, mucho más lento en fuertes pendientes y en terreno arenoso) que ofrece, mejor que ningún otro, la verdadera dimensión de las cosas, o al menos de nuestra capacidad para percibirlas correctamente, para sentir en los plazos que un hombre tiene para sentir el latido del planeta, o lo que sea que sentimos cuando miramos profundo el suelo bajo nuestros pies y lo que le rodea. A ese ritmo, sin pausa, sin distracciones, el sutil paisaje del desierto se ejecuta prodigiosamente ante nuestros ojos, consigue abrumarnos plenamente y avanza, lento, magnífico, pleno, con espacios a veces eternos, idénticos durante media o hasta una jornada, con la promesa quizá de un final agitado, suficiente para estimular el pulso; pero, ¡ay!, otras veces se nos cierra delante como un muro para, de repente, al franquear una loma, en un movimiento rapidísimo (para el tiempo pausado al que ha acostumbrado a nuestros sentidos) modificarse tan abruptamente que llegamos a perder el aliento y tenemos que estar muy atentos para no perder el paso y dejar que la obra pueda seguir ejecutándose según lo planeado. Puedo ahora decir que ejecutada la obra conforme a mis sencillas instrucciones, resulta perfecta.