• © Pepa de Rivera
  • La inundación de Chañaral
  • © Manuel Bayo
  • miércoles, 10 de junio de 2015
  • 19:03
  • Chañaral
  • A menudo la mejor respuesta es una buena pregunta: si te pregunto ¿por qué a nosotros? quizá quieras responderme: ¿qué has hecho todo este tiempo? y habrás acertado, lo veré todo mejor, calmaré mi fatalismo a través de una cierta inculpación, del reconocimiento de mi papel en los hechos. ⎯Que marquen el terreno, que no lo restauren, que dejen las huellas de lo que hicimos como explicación de lo que recibimos. ⎯Pero aun así, mientras recuerdo la histeria y los gritos y las carreras impulsivas nada racionales y después el silencio del agua con su flujo bautismal, que en un instante todo lo borró para poder empezarlo de nuevo, vuelvo a ser como un niño asustado por su sombra porque su inocencia, que de todo lo exculpa, no alcanza a entender por qué el horror de la destrucción ⎯o de la restauración, según se vea del lado del hombre o del de la otra parte⎯ que queda tras la inundación. Y es en ese momento en el que lanzo otra vez mi pregunta y en el tú quizá me respondes de nuevo y en el que esa pregunta-respuesta repetida varias veces hace que mi miedo de niño deje de serlo tanto, porque comprendo mejor y en esa comprensión encuentro parte de lo que necesito para continuar. La inundación ha arrasado con todo.