• © Pepa de Rivera
  • Vuelve a mí
  • © Manuel Bayo
  • miércoles, 13 de mayo de 2015
  • 17:52
  • Timaukel, Tierra de Fuego
  • En un paisaje sin fisuras, en una carretera tendida, infinita, sobre una superficie lisa como la formica, circulaba veloz, desatado y agitado sobre una escena de horizonte inabarcable que pasaba prodigiosamente lenta ante mis ojos, abrumadora a mis oídos: la música saltaba pausada y furiosa a la vez desde los altavoces del coche, una música de un ritmo rayado, penetrante, tenaz como la carcoma, capaz de ocuparlo todo, de negarle un espacio a cualquier otra cosa, un eco bajo que se oía a través del esternón antes que de los oídos. Y todo: el paisaje eterno en su superficie de formica, la velocidad disparada que, sin embargo, parecía como un cuerpo que se hunde lentamente en aguas profundas, el ritmo insistente de una música que me penetraba como una barrena de movimiento lento pero sin fin, todo, te digo, me hacía pensar en ti. Y la música recitaba: "soy yo el que te ama; recuerda que siempre puedes llamarme; vuelve a mí".