Ana Muller

 

  • A los 13 años empecé ayudando a mi padre que se quedaba sin su secretaria y retocadora. De siempre me gustaba verla trabajar retocando sobre las copias, quitando imperfecciones o potenciando otros detalles. Esa actividad más el remover las copias y verlas salir del revelador me fue enganchando.

    Mi padre me iba inoculando el oficio a base de tenerme revelando sus carretes y copias, del trato con clientes, de la posición de las luces, de entender el fotómetro, de poner cafés y … de llevarle “el muerto” que era la maleta del equipo.

    Tardé en hacer mis primeras fotos. Me parecían un torpe remedo de lo que hacía mi padre. Mi juventud quería no parecerse al estilo del jefe y buscaba encontrar las diferencias. En los años 60 se llevaban los grandes contrastes con su grano y sus angulares, y yo hacía por copiarlos. Me gustaba retratar a mis amig@s y si a mi padre le gustaba el resultado, me dejaba exhibirlas en la vitrina que teníamos en la calle.

    A los 20 años, me independicé. Empezaba a sentirme profesional y tenía una pequeña cartera de clientes... trabajos alimenticios que me enseñaron mucho por la cantidad de errores que cometía. En el estudio Foto Muller se hacían trabajos comerciales, bodas, niños, comuniones y mucha foto de carnet que yo retocaba una a una!

    Con 25 años hice mis primeras exposiciones, el retrato y el paisaje eran los motivos principales y siempre buscando abrirme camino. La posibilidad de ganarme la vida jugando a ser fotógrafa me iba responsabilizando de profesionalidad y compromiso. 

    Siempre me he considerado una toda terreno. He disfrutado mucho retratando a los que quisieron ser retratados por mi, me he divertido y he hecho grandes amigos haciendo bodas, reuniones familiares, sociedad, foto fija, prensa … pero la foto de arquitectura me enseñó a potenciar la luz, los volúmenes, el espacio y la composición. La Obra Civil … me ha resultado emocionante poder documentar la construcción de obras singulares hechas con gran esfuerzo humano y de grandes medios técnicos. Todos los encargos, yo reivindico el encargo, me pulieron como profesional, estimularon mi forma de mirar y ver y me dieron de vivir.

    A partir de 2005 me pasé al digital, prácticamente de un día al otro y de paso a la foto en color! ¡Aquello me rejuveneció! Me libraba del peso, del laboratorio y de las dudas del resultado final ... maldito gran invento, ahora se trabaja muchísimo más y la fotografía es ya otra cosa que va mucho más allá. 

    Presumo y agradezco de haber podido vivir de este oficio, sé que siempre seré la hija de mi padre y a mucha honra, y sé que no me distinguiré por haber inventado ni la pólvora ni el sistema de luces pero, mi trabajo dentro de cien años mostrará como éramos y que hacíamos entonces y como se hacía y ya con eso, habrá valido la pena.