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El año se anuncia duro
y el ojo se fija en otro ojo
que sólo ve la hierba fresca,
esa que asoma con el olor de la tierra,
la que comen sin saber de dónde viene
tanta dicha, criaturas que creen
en el eterno retorno de lo mismo.
mi Claudio de Lorena, mi pensador de las vacas, ahí está lo que nunca será nuestro.
Todo lo demás es melancolía.


LUIS SUÑÉN
Fíjate bien en cómo la masa del animal
se hace aire puro, en cómo el blanco que pisa
lo transforma en ángel de la bondad:
las alas son pezuñas y la gloria del cielo
es un mugido.
Los signos que se cruzan -¿un mirlo en el lomo?- anuncian un deseo
mientras la nada asombra y una esperanza
de algo nos engaña otra vez.
Las vacas en la nieve
son todo lo anterior a lo que somos.
¿Será la mansedumbre su error
-no hay pastor ni silbo ni música ninguna-
en esa extraña revelación de la alegría?
VACAS EN LA NIEVE

Las vacas en la nieve
Son el deseo de ser feliz.
Las retrata el paseante mientras recuerda la vida
del poeta que hoy se siente, de
aquel que terminara loco y le prestara
un título secreto a quien le escribe ahora.
Otro poeta –inglés y jesuita-
comparaba el paisaje con la piel de las vacas:
las sombras eran manchas
y la luz el blanco que la nieve confunde.
Las vacas en la nieve
son el oro que empapa la miseria del mundo.
© Eduardo Ruigómez

Someone has walked across the snow,

Someone looking for he knows not what.
(WALLACE STEVENS)