Sobre París

   Fotos y textos: © Alain Cornu

  • Esa noche no podía dormir. Su cuerpo descansaba pero imágenes danzaban en su cabeza: luces artificiales, edificios anárquicos, gente inalcanzable … Era un mundo incomprensible que le quitaba el sueño. Después de un rato decidió levantarse, vestirse y salir de la casa. Habría sido la oportunidad perfecta para un paseo nocturno, pero no salió. Había vivido durante muchos años en piso de abajo de un edificio parisino pero nunca se le había ocurrido ir hacía arriba, encendió la luz y empezó a subir las escaleras.

     

    El primer descansillo fue una sorpresa. Aun cuando las decoraciones le parecían familiares – los patrones persas, la cornisa, el color de las puertas y la textura de las paredes – este lugar le pareció extraño. Con una mezcla de temor y excitación, subió el siguiente tramo de escaleras. No hay leyes que impidan deambular por su edificio de noche, pero sentía que estaba haciendo algo impropio. Siguió subiendo y su intuición le dijo que estaba haciendo algo cuya lógica sería clara sólo después.

     

    Llegó a un sexto piso lleno de silencio. Solo llegaba luz desde las estrellas, corría por las paredes, se desparramaba por el suelo y sobre la escalera de servicio. Esta era usada por los que trabajaban en el techo, deshollinadores y reparadores de antenas.

     

    El candado había sido dejado abierto, lo vió como una señal que lo invitaba a seguir. Puso la escalera en la abertura y salió llevando la escalera consigo, después cerró la ventana.