The Muses

   Fotos : © Irene Cruz;       Texto: Carlos Delgado Mayordomo

  • Las fotografías de Irene Cruz tejen historias que oscilan entre el documento y la fabulación. El cuerpo, la naturaleza y la luz fraguan de manera conjunta una poética que busca seducir y desestabilizar al espectador a partes iguales. El frágil equilibrio entre lo premeditado y lo inesperado funciona como resorte esencial de un trabajo visual que, lejos de ofrecer historias acabadas, propone escenas que no hacen sino dar pie a la especulación, la incógnita y la duda. No se trata, sin embargo, de una estrategia de ocultación del significado esencial de la imagen, sino una apuesta por la plusvalía semántica que ofrece trabajar con el reverso de lo evidente.

  • La mayor parte del trabajo de Irene Cruz se estructura a través de series que unifican contenidos, si bien establecen a su vez guiños cómplices entre ellas. Su último trabajo, reunido bajo el título “Las musas”, mantiene el vínculo entre la naturaleza y cuerpo femenino que encontramos en otros proyectos de la artista. Tal vez estamos en una de las propuestas más sobresalientes de Irene Cruz, capaz de unir una exquisita modulación estética de la imagen con un coherente desarrollo performativo: la artista busca mujeres que están o han estado próximas a su círculo afectivo, las invita a la total desnudez y, ubicadas en la naturaleza, teje sobre su cuerpo un ligero manto de flores elegidas por la propia modelo. Con esta contención de recursos expresivos y un alto potencial narrativo, la artista consigue que la fabulación se convierta en puro goce al tiempo que la elocuencia de la pose y los gestos sosegados parecen transformarse en metáfora del deseo de vivir según las propias normas. De este modo, frente a la idea tradicional de las musas y la mirada del otro masculino que históricamente las ha definido, aquellas que nos muestra Irene Cruz insisten en ser ellas mismas las constructoras de sus propias fantasías.

  • Creadora nómada, ubicada en un constante trasiego internacional que tiene en Madrid y Berlín sus principales núcleos de residencia y trabajo, Irene Cruz desplaza en sus imágenes la densidad de la metrópoli y retorna a una naturaleza en la que el ser humano no es un afuera que observa, sino una realidad enraizada en el propio espacio habitado. En esta serie, el cuerpo se transforma además en un fértil territorio donde se expresan los conflictos de la subjetividad y que, además, se posiciona como ámbito de resistencia contra-hegemónica. Las musas de Irene Cruz no muestran su rostro a la cámara pero, más que una estrategia de ocultación, se trata de una deliberada fuga poética que ubica la sede simbólica de la identidad en la unión arcádica del cuerpo y la naturaleza.