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Encaustic Noir

Fotos y textos: © Helen K. Garber 2011


Obsoleto, noticia vieja, ya no se lo necesita más, antiguo, nostálgico... palabras que describen los trabajos realizados con este medio.


Antes de los I-Pads, Kindles, Nooks y de los ordenadores hubo libros impresos.


Antes de los motores de búsqueda de Internet íbamos a las bibliotecas o librerías a buscar. Los estantes sostenían los libros hacía los que viajábamos


Antes de los I-Pads, I-Phones & y páginas Web había dossieres. Imprimíamos, editábamos, encuadernábamos y enviábamos por mensajería nuestra marca, nuestra identidad, o nuestra forma de trabajar a nuestros potenciales clientes. 


Siempre estuve orgullosa de ser moderna, de estar a la cabeza de la tecnología. Después de meses dedicados a una pesadilla tecnológica de 12 metros para la Bienal de Arquitectura de Venecia, empecé a pensar de nuevo en usar mis brazos más allá de las muñecas, así como a trabajar con texturas y volúmenes. Sentí que había dominado la imagen en dos dimensiones y que ya era tiempo de emprender algo nuevo.


Una exposición que vi en el Museo Samuel Dorsky en 2005 despertó mi interés por incorporar encáusticos (cera de abeja) en mi trabajo. Neil Trager, director del museo, me condujo en una visita a las instalaciones cuando nos juntamos por primera vez para hablar de mi futura exposición unipersonal. Asistí a tres talleres para aprender este nuevo (para mi) antiguo medio. Empecé en la primavera de 2007, no mucho tiempo después de que mi pesadilla tecnológica de 12 metros fuera exhibida en la entrada de Photo LA.


La imagen era tan perfecta que aparecía fria y sin vida - como usualmente sucede con toda obra de arte que no incluye el toque humano. Posteriormente, al intervenir esta pieza (con la ayuda de una docena de grafiteros) pude aportar vida a esta obra. Proclamando, al mismo tiempo, que ya había tenido suficiente de esas intensas creaciones digitales. 


Renovados, reutilizados, ensamblajes, collage, obras de arte únicas son las palabras que describen las piezas terminadas. 


La vida sigue entrometiéndose para que me comprometa totalmente con el medio que uso, pero la cera me atrae. Suceden extraños y admirables momentos cuando me concentro en el trabajo y pareciera que se abre un portal, un canal hacia otro mundo u otra dimensión. Todo vino junto en los dos últimos años y la cera se ha unido a mi en una fuerte asociación espiritual. 


Los pequeños paneles de madera son pedazos de estantes en desuso y cajones de "Acres of Books", una librería que estaba en Long Beach y que cerró en 2010 después de 75 años de existencia. Los otros paneles de madera vienen de la remodelación de la casa de Ocean Park, restos del nuevo museo y pedazos de madera que han estado por más de 20 años alrededor de mi casa o de mi estudio. 


Las impresiones son de mis carpetas o son impresiones nuevas realizadas sobre papel hecho a mano a partir de mis archivos digitales. 


Las páginas son de libros que he leído y guardado, algunos desde los años 60. Empaquetados y trasladados numerosas veces en los casi 50 años que los tengo. Muchos de ellos ilegibles, me han servido sólo como un recordatorio de las maravillosas horas que pasamos juntos.


Yo tenía una pasión por la lectura y devoraba un par de libros por semana mientras crecía. Parece que sólo guardé los góticos, un género que me gustaba tanto que incluso tomé una clase sobre el tema cuando estaba en la universidad. Después me especialicé en un arte que evocara ese ambiente. Los libros más nuevos son "literatura barata" que leí y seleccioné para mi proyecto Urban Noir/LA-NY.  En las obras de 2011 las páginas son historias que suceden en la misma ciudad donde fueron tomadas las imágenes.


El cordel ha sido comprado nuevo, pero de una tienda antigua en el Bulevar Lincoln en Venice. Y la cera de abejas es preparada en una cocina en Sonoma.  


Los elementos se juntan y crean otro espíritu.