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Rincones Diáfanos
Fotos: ©Emilio Moreno
Muchos de nosotros habíamos comenzado a vagar por la imagen. Algunos perdidos, algunos paseando aburridos entre imágenes sin reconocerse en ninguna de ellas, otros estampando ideas viejas, o aún más grave, simplemente abandonando la cámara. La desilusión, la extraña sensación de haber perdido algo, la necesidad, la capacidad quizás. La falta de preguntas, y el temible escepticismo hacia todas las respuestas visuales que se nos ofrecían nos han hecho reencontrarnos al final del camino con una sola respuesta común: El silencio. El silencio que buscamos es fruto de la necesidad de descanso. El espectro visual que nos rodean hoy es la consecuencia del abuso indiscriminado y el exceso. La necesidad de producción ha cegado la realidad última de la imagen, la forma y, más aún, el contenido, han quedado enterrados debajo de un velo de información vacía, una construcción de estructura ausente, sujeto exclusivamente por la apariencia y la máscara. Hemos cansado y devastado nuestros ojos hasta que la imagen ha empezado a vivir una vida independiente a la nuestra, autoreferenciándose, excluyéndonos, olvidándonos; en un lenguaje que a veces ni llegamos a comprender, o comprendemos por pura inercia.

Las imágenes se suceden como rayos, invaden nuestra retina, pero antes de poder siquiera asimilarlas, ya han sido desplazadas por otras iguales en su lugar.

 

Antes buscábamos las imágenes como medio de representación de nuestras vidas, ahora nuestras vidas representan las imágenes.

Hemos invertido el canal y ahora nosotros somos el medio de dos dimensiones, el soporte. Soporte que emula ficción, y ficciones que se venden como realidad. Sensaciones prestadas, emociones aprendidas, cuerpos y formas en colores inalcanzables, inmediatez de un tiempo antihumano que no podemos seguir o recorrer. Vidas de y en papel que intentamos vivir con cuerpos de hueso y carne. La vida en último caso, la experiencia, desplazada a las dos dimensiones, aplastada y relegada. Eco del eco de las copias de múltiples ficciones. Oferta de imágenes sin pregunta, sólo con respuestas, respuestas cerradas y aprendidas. La ausencia del proceso, de la experiencia nos deja inertes ante este bombardeo visual, a emocionales, ya que no podemos participar del proceso de empatía. Nada de lo visto es lo vivido. Nada de lo vivido se ve…

El silencio nos ayuda a no utilizar un lenguaje que ha quedado obsoleto y que construye un mundo desde la negación de la verdad, desde la negación del ser humano en última instancia. Hemos creando un lenguaje que nos excluye, una imagen que nos ha relegado a soporte, hemos quizás errado las decisiones…

 

 

El mundo construido ha quizás errado en sus cimientos. Cimientos que hemos de recorrer, que escudriñar y analizar para saber de qué materia están hechos. Cincelar la imagen, hasta que consigamos apartar todo lo sobrante, toda distracción que nos envuelva ese grado cero desde donde empezar. Ese grado cero donde nada está construido y todo es factible de ser, nuevo, regenerado, como ese primer universo de “caos creativo” en el que se apoyan diversas culturas.

 

Texto:©Lola Martínez