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Trato de captar, en lugar del instante decisivo o la mueca elocuente, la paz de un diorama, una realidad artificiosa y petrificada. Partiendo de la relectura del concepto tableau vivant escenifico cuerpos en espacios íntimos, donde les impongo la inmovilización como forma de interpretación. En esta realidad construida, los cuerpos sugieren un movimiento, una acción que aparece fijada, ralentizada. Se sacrifica el presente eligiendo la imagen construida frente a la original, la acción sugerida frente a la real. Estar a medio camino entre la intención y el efecto. Espacio donde a pesar de su privacidad, nadie se interpreta así mismo, donde nadie hace gala de nada que no salte a la vista. Es el triunfo de la falsedad, de la apariencia, donde el tiempo, en esta sociedad tan asociada al movimiento y la rapidez, se dilata para placer personal de su observador. Pero muy al contrario de lo que podría ser una primera lectura más asociada únicamente al pictorialismo, trato de mostrar una realidad reacia a la empatía, lo obvio y lo inmediato. La apatía como actitud crítica frente a el uso sistemático de la imagen del joven contemporáneo como motor de deseo y contenedor publicitario siempre dispuesto para el goce de generaciones mayores. “Be cool, show no emotions” decía Lou Reed a su público en el directo Take no prisioners, emotionless era la forma en la que describía Cindy Sherman sus Film stills, el cine de Jarmush, las modelos expuestas por Vanesa Beecroft, los adolescentes frente a Rineke Dijkstra… Un vacío fotogénico, sin duda, pero también un acto de resistencia contra la vulgaridad de la imagen que lo dice todo, de prestado, con lo aprendido de otras fotos o ante la tele
Los ausentes
Fotos y texto: © Maider Mendaza