"... me estiré tanto como era posible, con la cabeza en la nuca, dirigí mi mirada hacie el cénit, dejé que descendiera del cielo, deslizándose lentamente y después, sobre el el agua, la retiré del horizonte hasta la estrecha playa que había a unos veinte metros por debajo de mí. Mientras dominaba la sensación de mareo que se levantaba en mi interior espirando con calma y dando un paso atrás, me pareció haber visto que en la línea de la playa se movía algo de un color extraño. Me puse en cuclillas y miré sobre el borde hacia abajo, presa de un pánico repentino. Pensé que era una pareja de personas lo que yacía ahí abajo, sobre el fondo del foso; un hombre, estirado sobre el cuerpo de otro ser, del que no había nada visible sino las piernas en ángulo, vueltas hacia fuera. Y en la eternidad de una décima de segundo, en la que me había pasado esta imágen, me parecía como si un espasmo hubiera sacudido los pies del hombre igual que los de un recién ahorcado."
W. G. Sebald - Los anillos de Saturno (1995) - Editorial Debate