"-Yo aprendí que no necesitamos morir en nuestra muerte, sino vivir en nuestra muerte, y que tal muerte no es en vano ni inútil, pues de ese modo la amarga muerte cobra vida y lo que vive nunca es inútil y aprendí que si quiero ver el final no es allí hacia donde tengo que mirar, sino hacia el centro, y éste se encuentra donde está el corazón. Sí, tan fuerte es el centro que va más allá del principio y del fin, que penetra en aquello que es oscuro y a lo que los hombres le temen porque allí no ven nada más que la nada y la oscuridad... Pero cuando el centro ha crecido arroja su luz más allá de los bordes y de las fronteras exteriores y entonces ya no existe ninguna diferencia entre lo que pasó y lo que vendrá; podemos mirar más allá y ver a los que murieron y hablar con ellos, y ellos viven en nosotros."
Herman Broch - El maleficio (1934-1935) - Alianza Editorial