La idea de la penitencia es egoista, desconsiderada. No se puede negociar con Dios, comprárselo con la piedad. Tu has descubierto esto, que incluso con las mejoes intenciones, con los sermones meditados cuiadósamente, con tus sentimientos profundos, con tus buenas acciones tu no puedes salvar a nadie, ni siquiera a ti mismo.
Y sin embargo esto no es una derrota. Despues de todo lo que te ha ocurrido, tu puedes salvarte todavía. Tu madre estaba equivocada; esto no depende de ti. Es siempre Su decisión.
Tu recojes la pala, soplas la vela y sales de la caverna. La luna ondea sobre el lago, las estrellas manchan el cielo claro. El olor de las cenizas está todavía ahí. Te imaginas estar siempre ahí. Tu marchas en la oscuridad, atraviesas el bosque con pasos vacilantes hasta la via férrea. Miras hacia el Este, hacia Shawano, como si pudiera llegar un tren, despues te encaminas en dirección de Friendship, la piel raspándote la pierna en cada paso.
No es para ti un misterio la razón por la que haces eso. No es un secreto. Un hombre perdido no tiene otro deseo que volver a su casa. Un paria, aunque sólo sea en el fondo de si mismo, necesita tener un lugar en alguna parte, de ser, al final de cuentas, perdonado. ¿Las almas en el infierno no levantan sus ojos al cielo? Esta tarde, piensas tu, tienes necesidad de reencontrar lo que amas.
De "Una oración por los que mueren" de Stewart O'Nan