Esta fotografía, inconexa en estilo respecto de las otras cinco de la serie, simboliza unos puntos suspensivos y un punto y aparte, como parábola del espíritu de Étant. El color nocturno de cielo urbano muestra las rendijas por la que se filtran nuestros sueños impuros. Adiós Lestrove, adiós.
El texto está tomado de la estela de una tumba del cementerio de Majadahonda, en la provincia de Madrid. Reproduzco el mensaje que envié el 7 de marzo a Ángeles Recuerda, autora del texto “Siendo…” que presenta mis fotografías en la exposición Los nudos del tiempo, en Pool CP.Iluso de mí, que he ido al cementerio de Majadahonda a fotografiar la tumba de Blas de Otero. Con la compañía del enterrador, un hombre generoso que me ha brindado su amistad desde el primer momento, he buceado por todos los rincones sin éxito. <<Amigo, bubusque por esa zona, queque yo bubusco por aallí>>. Y Blas de Otero no ha dado señales de vida (luego en Internet descubro que está enterrado en el Cementerio Civil de Madrid). Mi nuevo amigo, no contento de que me fuese de vacío, se ha ofrecido a mostrarme unas lápidas con frases bonitas. BUSQUÉ DÓNDE REPOSAR Y ME FIGÉ EN EL CIELO (sic). Realmente, el ingenio, lo cursi y la ternura residen en los cementerios. Desde que visité el cementerio de Menton en Francia, ya no soy el mismo ante los posos de la muerte: la trascendencia de la mortalidad y de la eternidad conviven en los cementerios, lugares de paz y tristeza. Volviendo al cementerio de Majadahonda, descubro una lápida que me interesa: lleva inscrita un mensaje que me deja helado: FUI…,Y DISFRUTÉ. SIENDO...
Y por fin hago la fotografía que, no por prevista, estaba destinada a mi excursión. En mi blog colgué el 29 de abril un detalle en blanco y negro de la foto mencionada en el mensaje.
Eduardo Ruigómez
Majadahonda, 2 de Mayo de 2011